Cuáles son los errores de inversión más comunes y cómo evitarlos

Cuando comenzamos a invertir cometemos errores. Por suerte, aprendemos rápido a evitar las equivocaciones y dejar de perder dinero. ¿Quieres...

Cuando comenzamos a invertir cometemos errores. Por suerte, aprendemos rápido a evitar las equivocaciones y dejar de perder dinero. ¿Quieres saber cuáles son los errores de inversión más comunes y cómo evitarlos? Sigue leyendo.

Tengo un decálogo de los errores típicos de los inversionistas. Los he ido coleccionando en el tiempo. No todos los he cometido yo, ni todos son de principiantes a inversionistas. Algunos los aprendí de los abuelos.

10 errores de los inversionistas:

1. No diversificar:

Este error es muy frecuente. Encuentras lo que crees que es una mina e inviertes todos tus recursos en ella. Y, claro, no siempre la “mina” da resultados.

El consejo de diversificar es de los más sanos que puedes recibir. Se trata de repartir el dinero en varios frentes, unos más arriesgados, otros más conservadores. Unos conocidos, otros más aventureros.

Diversificar tu portafolio de inversión equivale a tener ahorros en renta fija y renta variable (bonos y acciones, por ejemplo). También, en divisas o bienes inmuebles. La idea es proteger tu capital, garantizar una rentabilidad que crezca en el tiempo con un riesgo moderado.

Los fondos de pensiones (AFP) manejan este tipo de portafolios. Al acogerte al moderado estás autorizando invertir tu dinero en una mezcla de productos financieros en el mercado nacional e internacional.

2. No tener información suficiente:

Este es un pecado mortal. Si no sabes, puedes cometer errores fatales (como comprar bonos del tesoro de un país en guerra. Compras por precio ignorando que un país en conflicto tiene un alto riesgo de impago); pero también, estarás sometido a los vaivenes de rumores o desconocerás el comienzo o el fin de un buen ciclo económico.

Un buen inversionista aprende a reconocer las buenas fuentes de información y a leer con frecuencia las noticias económicas.

3. Elegir un mal intermediario, un mal asesor o una mala entidad financiera.

Uf. Te puede pasar. Un amigo te presenta a una empresa financiera para que inviertas en bonos o notas. La empresa está en problemas y tú confiaste en tu amigo. Bum.

  • Es mejor preguntar a varias personas para recibir recomendaciones sobre agentes de bolsa y entidades financieras.
  • Ver la evolución de las entidades financieras en bolsa también te da una idea del momento por el que atraviesan.
  • Valida el conocimiento y experiencia que los familiares y amigos tienen.

4. No tener liquidez.

Este es un pecado gravísimo. Supongamos que tienes la cuota inicial para el depa y decides invertirla en bolsa un par de meses para ganar algo. Las acciones caen. Necesitarás más tiempo para recuperar el valor invertido, y estás a punto de perder el negocio del depa. ¿Te das cuenta?

Las inversiones son un dinero diferente al de los gastos y compromisos. Son un dinero que tienes para invertir a mediano y largo plazo. No lo necesitarás en al menos dos años. Punto.

5.Mucha ambición

Segundo pecado capital. Los mejores inversionistas controlan sus sentimientos. Hay ofertas muy interesantes que no son muy sanas o que son muy arriesgadas. Es mejor no caer en la tentación.

Cuando una acción, por ejemplo, está subiendo, calcula que no siempre subirá. El inversionista sabio sale a tiempo. ¿Cómo lo hace? Tiene objetivos de rentabilidad. Cuando los cumple, vende.

Entiende que otros también pueden ganar, no solo tú.

6.Vender cuando cae la rentabilidad:

Muchos intentarán convencerte de que debes esperar antes de vender la acción que ya cayó. Es probable que la pérdida sea temporal y que, en la próxima asamblea, al mostrar resultados, esa acción se recupere. ¿Cómo saberlo? La regla de oro dice: vender cuando cae, porque caerá más.

7. Muy intenso

Hay inversionistas intensos. No resisten un día a la baja. Ordenan a su agente vender inmediatamente. Después, cuando ven que el valor se recupera, piden comprar de nuevo. Cuando menos lo piensan, su rentabilidad se vino al piso. ¡Pagaron demasiado dinero en comisiones!

  • Recuerda que debes pagar comisiones al comprar y vender.
  • Recuerda revisar tu portafolio al menos una vez cada dos meses.

8. Muy romántico

Espero que no te enamores de las acciones que te dan buen dividendo, ni de los fondos mutuos, ni de los certificados de depósito, ni de los bonos. Te costará sangre cuando tengas que terminar el negocio.

Recuerda que lo está bajando, probablemente bajará. Hay una causa y debes poder entenderla. Hay momentos en que no se percibe con claridad qué está provocando el cambio y querrás esperar antes de vender. No te tomes mucho tiempo para decidir.

9.Muy sabelotodo

Hay inversionistas que creen saberlo todo. Leen los informes financieros, están atentos a la FED y hacen gráficos en Excel de sus inversiones. Se olvidan de un detalle: el mercado no se mueve solo por cifras. Hay un ingrediente sicológico que es determinante.

Hay que saber seguir al mercado. Si la gente no quiere salir a comprar, probablemente las acciones de empresas de comercio no subirán. Si los empresarios prefieren esperar el resultado de las elecciones antes de invertir, el mercado se paraliza. Si los rentistas ven un buen momento para invertir en vivienda de estreno, se activará la construcción.

¿Qué los mueve? Las tasas de interés, el petróleo, el oro, las novedades, los conflictos, las compras y las ventas. Todo.

Debes desarrollar olfato y oído para entender el presente.

10. Sin tiempo

Pecado grave.

Un inversionista cuidadoso tiene claro cuándo se vencen los certificados, cuándo los bonos o las notas. ¿Por qué? ¡Para disponer del dinero! O para evitar que automáticamente renueven el ciclo. Tendrías que pagar un castigo que dañaría la ganancia.

Invertir en acciones o fondos mutuos no tiene fecha límite. Puedes quedarte el tiempo que quieras, salvo claro, que tu asesor te recomiende mudarte a otra alternativa.

El resumen del decálogo es este: tener criterio claro para la toma de decisiones. Es probable que no seas expertos, pero sí te dejas asesorar de expertos. Además, cuando conversas con tus asesores, entiendes de lo que hablan. Haces preguntas correctas y te dejas guiar. Tienes el buen juicio de no emocionarte hasta el extremo y tener el rigor de saber salir.



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